Entre acuarelas y lágrimas narra con profundidad y pasión una historia de amor atravesada por el fenómeno migratorio. El desarraigo de la pareja, Manuel y Elvira, tema coyuntural en la narración, es un fenómeno de actualidad que afecta a millones de personas. El autor logra involucrar al lector en la historia gracias al tono costumbrista que plasma a lo largo de la novela. Aborda distintos temas poderosos: los lazos familiares en los procesos migratorios, el amor y el romance de personas en lejanía, la reconstrucción de la vida del migrante y la lucha por lograr sus sueños.
La historia es contada por un narrador omnisciente, lo cual otorga una gran libertad narrativa para la exploración de los caminos de Manuel y Elvira y sus puntos de vista en sus experiencias como migrantes. El uso del español es magistral, y la novela está salpicada de frases e imágenes poéticas que se combinan con diálogos escritos en el lenguaje coloquial y real de los personajes. El estilo literario es fluido, sencillo y elegante, con toques de ingenio verbal y expresivo que hacen del texto una lectura deleitable con efectos estéticos. Los diálogos están muy bien trabajados, retratan el lenguaje coloquial, reflejan el tono romántico de la historia y fluyen con la narrativa. Por ello, las escenas son presentadas de forma vívida y nítida, las emociones explicadas a profundidad, y la acción es narrada de forma precisa.
Los personajes están delicadamente trazados tanto en su exterior como en su interior. Unas palabras de sus labios, una descripción de su entorno, bastan para conocer lo que hay en ellos. Enternecedores los unos, detestables los otros; pero nunca inertes. Están Elvira y Manuel, la pareja que emigra y lucha contra todos los obstáculos, incluyendo la soledad.
Antonio, el abogado para quien Elvira trabaja de niñera en Madrid, y que prendó su corazón. Martin, un niño refugiado en su interior desde que deportaron a su padre, y que Manuel rescata con sus acuarelas de las profundidades del silencio. Doña Neti, propietaria de la casa donde vive Manuel, es una colombiana querendona y servicial que entrega su corazón a cada uno de sus inquilinos.
El doctor Duque, odontólogo de la Universidad de Cuenca, Ecuador. Sin licencia para ejercer en Nueva York, establece una práctica extensa en la clandestinidad por recomendación de boca en boca, literalmente. Sor Felisa, la monja que le enseña a Elvira la colección de libros antiguos en el convento de Cuenca fomentando así su amor por la lectura. Y así decenas de personajes más que acompañan al lector y dan vida a la novela.
Al terminar secundaria en su ciudad natal (Ibagué, Colombia), y tras haber ganado un concurso sobre historia, JOSÉ ORLANDO CASTAÑEDA emigró a Estados Unidos. Luego de una carrera en humanidades, una maestría en la Universidad de Columbia, y un Doctorado en derecho en la Universidad de Pace, abrió un bufete de abogados en Port Chester, al norte de Nueva York, donde actualmente se desempeña como juez penal. Esa transición la presenta en un cuento breve, La feria de las flores.
Su profesión y oficio le permitieron trabajar con la comunidad inmigrante y apreciar de cerca las secuelas de la separación: niños sin sus padres, hogares desbaratados, el desconsuelo de quienes quedan atrás. “Vivimos por los que queremos y se quedaron, y morimos por los que queremos y se fueron”, le advirtió un anciano en una ocasión. Las historias que conoció a lo largo de su carrera lo motivaron a escribir Entre acuarelas y lágrimas, historia absorbente y real en un trasfondo de inmigración, fenómeno implacable en separar familias y destruir amores.